La naturaleza propia de las cosas espirituales es ser luz; en consecuencia, en sentido propio puede asemejarse a la de las estrellas por su brillo. De allí que la bienaventurada Virgen se denomine Estrella del Mar.
- Esta estrella es la más alta: nada conviene mejora la que ocupa la más alta dignidad y es la última en humildad.
- Esta estrella atrae al hierro; la Virgen, por su infinita misericordia, atrae hacia el cielo a los pecadores empedernidos.
- La estrella guía a los navegantes y Ella conduce al puerto de salvación a todos los náufragos.
- La estrella se coloca contra el viento norte y Ella está siempre inclinada hacia los pecadores.
De lo que precede resulta claro que muchas de las propiedades de esta estrella convienen tan sólo a la Virgen, y por esa se la denomina estrella del mar. Hay otras propiedades de esta estrella que se ajustan tan solo a Ella.
¿Cuáles son las propiedades en las que se encuentra esta similitud? Existe la posibilidad de considerar en la estrella cinco cosas: su sustancia, su calidad, su posición, su estado, su efecto.
- Su sustancia es celestial, incorruptible y fuente de luz; y la bienaventurada Virgen tiene su conversación en los cielos, su cuerpo es incorruptible, y es fuente de luz por la generación de su Hijo.
- En calidad la estrella es superior, más luminosa y útil; la Virgen es superior en dignidad a todos, más gloriosa en virginidad, más útil en fecundidad.
- Su posición es suprema en el polo más alto del amor de Dios, en el extremo de nuestra ignominia de la que Ella nos protege y en el último grado de la humildad.
- El estado de esta estrella es casi sin movimiento, sin inclinación y sin error, y la Virgen no manifestó signos de inconstancia, de caída en el pecado y de error por ignorancia.
- El efecto de esta estrella es triple: atrae el hierro, expande luz, dirige a los navegantes. Así la Virgen María atrae a los pecadores, ilumina a los penitentes, dirige a los inocentes. Asimismo, salva de caer en el pecado, esclarece en la justicia, dirige hacia la gloria. También atrae a los iniciados, ilumina a los que progresan dirige a los perfectos y a los perseverantes.
Resulta de esto que el privilegio de la bienaventurada Virgen es ser llamada Estrella del Mar.
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San Alberto contó que siendo joven le costaban los estudios y una noche intentó huir del colegio donde estudiaba. Cuando llegó a la parte superior de una escalera colgada en la pared, se encontró con la Virgen María.
"Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí que soy 'Casa de la Sabiduría'? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa”, le dijo la Madre de Dios.
“Y para que sepas que si fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías", añadió la Virgen. Esto se cumplió: dos años más tarde, el Santo partió al Cielo muy apaciblemente, sin enfermedades y mientras conversaba con sus hermanos de congregación.
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