Oh Virgen,
tu gloria supera
todas las cosas creadas.
¿Qué hay que se pueda semejar
a tu nobleza, Madre del Verbo Dios?
¿A quién te compararé,
oh Virgen, de entre toda la creación?
Excelsos son los ángeles de Dios y los arcángeles,
pero ¡cuánto los superas tú, María!
Los ángeles y los arcángeles
sirven con temor a Aquel
que habita en tu seno,
y no se atreven a hablarle;
Tú, sin embargo, hablas con Él libremente.
Decimos que los querubines son excelsos,
pero Tú eres mucho más excelsa que ellos:
los querubines sostienen el Trono de Dios;
Tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus brazos.
Los serafines están delante de Dios,
pero Tú estás más presente que ellos;
los serafines cubren su cara con las alas
no pudiendo contemplar la gloria perfecta;
Tú, en cambio, no sólo contemplas su cara,
sino que la acaricias y llenas de leche su boca santa.
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